miércoles, 17 de junio de 2009

POLITICOS FACINEROSOS QUE NO SABEN PERDER CON DIGNIDAD Y DECENCIA.
Todos dicen que han ganado, pero todos hemos perdido en estas elecciones europeas de 2009, cuyos resultados han sido el reflejo inmisericorde del estado de postración en que se encuentran la ciudadanía, la clase política, la democracia y una Unión Europea que ha dejado de ser un proyecto común ilusionante para convertirse en algo parecido a un aparcamiento de lujo para caciques y sátrapas políticos con prejubilación de lujo.

En España ha ganado la oposición de derecha, pero sólo ha conseguido 23 escaños por 21 del PSOE, una victoria ridícula de Rajoy si se tiene en cuenta que se ha enfrentado a un Zapatero en declive y que hace méritos para pasar a la Historia como el peor gobernante español desde Fernando VII. Al "victorioso" PP ni siquiera le han votado los millones de parados y pobres que ha "fabricado" el gobierno de Zapatero en el último año con su pésima gestión de la crisis.

Tampoco han ganado los ciudadanos, que han desaprovechado el único momento de poder que les otorga esta degradada democracia para dar un castigo rotundo al mal gobierno, a la corrupción y a esa casta política de nuevos amos que tienen más interés en mantener sus privilegios que en servir al ciudadano.
Desgraciadamente, la ciudadanía española y europea han perdido una ocasión única para ordenar desde las urnas un cambio del sistema y jubilar a las castas ineficientes que le mal gobiernan.

La democracia también ha perdido porque no ha salido renovada de las urnas, sino más degradada y sin esperanza, sin corregir el rumbo, sin haber sabido sacudirse el dominio de esos partidos que la han traicionado y asesinado, convirtiéndola en una sucia oligocracia.
El PP dice en España que su victoria le abre el camino hacia la Moncloa, pero no es cierto porque la derecha sigue sin capacidad de crear ilusión y sin que el liderazgo de Rajoy congregue o entusiasme a nadie.
Que tenga cuidado, no sea que su victoria sea como aquella del 27 de mayo de 2007, que, según dijo Rajoy, le conducía a la Moncloa y que realmente fue la antesala de su sorprendente derrota en las generales de 2008 frente a un Zapatero ya desprestigiado y envuelto en el fracaso.
Ni siquiera han ganado la abstención y el voto en blanco, dos opciones a las que muchos demócratas y descontentos recurrieron para demostrar a los políticos que son una casta arrogante, usurpadora y culpable de la degradación de la sociedad, de la economía y de la política. La participación en Europa fue del 43,24%, alrededor de dos puntos y medio menos que en 2007, mientras que en España la participación creció ligeramente.
El voto en blanco se duplicó ampliamente en España, pasando del 0.61 al 1.41 por ciento, pero fue un crecimiento insuficiente para que los políticos lo consideren una bofetada de desprecio cívico.
Tampoco han ganado esos partidos nuevos que se distanciaban del bipartidismo y de la partitocracia, cuyas ideas y programas sonaban a democracia limpia y emergente. Up y D ha conseguido un único escaño y los demás se han quedado fuera del Parlamento Europeo, demostrando que, para colmo de males, el bipartidismo español, auténtico cáncer de la democracia, sigue gozando de buena salud.

Quizás la única noticia buena es que el partido sucursal de ETA se queda sin escaño.

El panorama que surge de las elecciones del 7 de junio en España es desolador. El socialismo gobernante, a pesar de sus abusos, corrupciones y pésimo gobierno, seguirá en el poder y sin haber sentido en sus carnes ese necesario voto ciudadano de rechazo que le haría reaccionar y corregir, mientras que el Partido Popular ha ganado por tan poco margen que no sabe como interpretar su victoria, aunque exteriorice una euforia que es tan alocada como ficticia.
Es probable que tengan razón aquellos pensadores que afirman que la única manera de solucionar un drama político es empeorándolo hasta el extremo de que sea insoportable para que entonces, sólo entonces, surja la esperada regeneración.

Lo único evidente en las elecciones del 7 de junio de 2009 es que la gran derrotada ha sido, de nuevo, la esperanza.

Felices fiestas y Dios nos pille confesados y nos perdone a todos incluyendo a los abortistas.

Vicente Luis Rubio

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